Aunque el enamoramiento parece algo poético, abstracto y conceptual, lo cierto es que se trata de un proceso dirigido por el cerebro y en el que interviene la química de los elementos del organismo. De hecho, las hormonas son las responsables de que al enamorarnos experimentemos distintos síntomas y emociones, como nervios, sudoración, inquietud, felicidad. Te contamos cuáles son las hormonas implicadas en el enamoramiento y cómo actúan
Síntomas del enamoramiento
Hay tantos síntomas de enamoramiento como personas en el mundo, y en muchos casos vienen marcados por cuestiones culturales. Hay culturas en las que no está bien visto hacer visibles los síntomas de enamoramiento y estos tienden a reprimirse, mientras que en otras es habitual manifestarlos para encontrar alivio o apoyo en las personas cercanas.
Los síntomas del enamoramiento son universales e incluyen distintas emociones y síntomas, como cosquilleo debido a los nervios (mariposas en el estómago), felicidad desbordante, palpitaciones, admiración, agitación o incluso miedo. Pero también pueden aparecer falta de concentración, ansiedad, preocupación y tristeza, síntomas que en algunos casos pueden afectar al bienestar de la persona.
Papel de las hormonas en el amor
El impulso del amor se encuentra en la química del organismo y en el conjunto de hormonas que conectan todo el cuerpo. Las hormonas que nuestro organismo produce de manera natural son las encargadas de enviar las señales al cerebro; este las interpreta como signos de enamoramiento y se ocupa de que sintamos las típicas palpitaciones, mariposas en el estómago, ilusión, felicidad… En este proceso impulsor del amor intervienen distintos tipos de hormonas dependiendo de la fase de enamoramiento y de las diferentes situaciones en las que nos encontremos. Algunas de ellas son la dopamina, la serotonina, las endorfinas y la testosterona.
Hormonas que influyen en el amor
Hay 4 hormonas producidas de forma natural por nuestro organismo y que influyen de manera determinante en el proceso de enamoramiento:
- Dopamima: es un neurotransmisor relacionado con la libido (deseo sexual de una persona), y se le considera el centro del placer. Esta sustancia es la encargada de regular la motivación y el deseo, y hace que repitamos conductas que nos dan placer o nos hacen sentir bien, por lo que también es un neurotransmisor clave para el proceso de aprendizaje. En la primera fase del enamoramiento se genera una gran cantidad de dopamina, que se segrega cuando experimentamos felicidad y nos hace sentir eufóricos.
- Endorfinas: actúan como un estimulante natural y se producen como respuesta al deporte, las caricias o el sexo. Se cree que las endorfinas son las responsables últimas del placer. Estas hormonas producen una gran sensación de bienestar y ayudan a controlar el comportamiento. Sin embargo, también tienen una cara oculta no tan satisfactoria: junto a otras hormonas, denominadas apomorfinas, inducen a la adicción. De ahí que algunos autores y artistas se refieran al amor como a una droga en sus libros y obras de arte.
- Testosterona: aunque esta hormona habitualmente se asocia al sexo masculino, también está presente en las mujeres y tiene un papel clave en el deseo sexual. De hecho, cuando los niveles de testosterona son bajos, el deseo sexual también disminuye.
- Serotonina: también conocida como la hormona de la felicidad, este neurotransmisor está implicado en la regulación del apetito sexual, en el control de las emociones y del estado de ánimo. Tener unos niveles adecuados de serotonina es fundamental para mantener un estado emocional equilibrado y experimentar sensaciones de felicidad, ya que cuando este neurotransmisor se eleva también aumenta el bienestar, la satisfacción, la sensación de relajación, la concentración o la autoestima.