¿Qué es el cáncer de cuello uterino?

El cáncer de cuello uterino es uno de los tumores más frecuentes en las mujeres y se produce por el crecimiento descontrolado de las células sanas que se encuentran en esta zona situada en la parte inferior del útero. 

Casi la totalidad de los casos de cáncer de cuello uterino están causados por el virus del papiloma humano (VPH), que se transmite a través de las relaciones sexuales. Pero tener este virus no implica necesariamente el desarrollo de cáncer de cuello uterino. Un porcentaje elevado de las infecciones por VPH se resuelven sin tratamiento, pero su cronicidad sí se asocia al desarrollo de lesiones precancerosas o cancerosas. 

Síntomas del cáncer de cuello uterino

  • Sangrado vaginal anormal (como el sangrado intermenstrual)
  • Flujo con mal olor.
  • Sangrado y/o dolor tras las relaciones sexuales.
  • Dolor pélvico o lumbar.
  • Dolor o molestias al orinar. 
  • Necesidad intensa de defecar.
  • Pérdida de peso y apetito.
  • Cansancio.
  • Aparición de edemas en las extremidades inferiores. 

¿Cuál es la relación entre el VPH y el cáncer de cuello uterino?

El virus del papiloma humano (VPH) es una familia de virus compuesta por más de 100 tipos, muchos de los cuales originan lesiones cancerosas en el aparato reproductor. Este virus se contagia por contacto sexual, tanto vaginal como oral, o por contacto con los fluidos corporales infectados. 

De los distintos tipos de VPH, los tipos 16 y 18 son los causantes de al menos el 70% de los casos de cáncer de cuello uterino. De ahí que sea muy importante prevenir la infección por VPH y detectarla de manera precoz mediante citología. 

¿Cuáles son los factores de riesgo del cáncer de cuello uterino?

  • Inicio temprano de las relaciones sexuales.
  • Tener numerosas parejas sexuales o de alto riesgo.
  • Situaciones de inmunosupresión, como las causadas por el VIH, la quimioterapia, las enfermedades autoinmunes o el tratamiento con esteroides. 
  • El tabaquismo, que se asocia con un mayor riesgo de desarrollar este tipo de cáncer. 
  • Haber tenido varios partos o el primer embarazo a una edad temprana.

Tipos de cáncer de cuello uterino más frecuentes

Se estima que el 95% de los cánceres de cuello uterino son carcinomas de células escamosas, que se originan en el exocérvix, que es la zona del cuello del útero más cercana a la vagina. El 5% restante son adenocarcinomas, que se originan en las células glandulares, o carcinomas adenoescamosos, que reúnen características de los carcinomas de células escamosas y de los adenocarcinomas.

¿Cómo se puede prevenir la infección por VPH y el cáncer de cuello uterino?

La mejor manera de prevenir el cáncer de cuello uterino es mediante la vacunación frente al VPH. Esta vacuna está recomendada en todas las niñas y niños a partir de los 12 años. 

Existen distintas vacunas que protegen frente a 2, 4 y 9 genotipos distintos del VPH, siendo esta última la que se debe utilizar preferentemente. 

Pero además, existen otras medidas de prevención que se deben tener en cuenta:

  • Utilizar preservativo en las relaciones sexuales reduce, aunque no elimina, el riesgo de transmisión. Esto se debe a que el VPH se puede transmitir al entrar en contacto con las mucosas y fluidos corporales no cubiertos. 
  • Evitar el tabaco, ya que se asocia con un mayor riesgo de cáncer de cuello uterino
  • Evitar los anticonceptivos en mujeres portadoras de VPH, pues podría favorecer el desarrollo de este tipo de cáncer. 
  • Acudir con regularidad a las revisiones ginecológicas, que deben incluir una citología para detectar posibles anomalías en las células del cuello del útero. 

Tratamiento del cáncer de cuello uterino

El tratamiento del cáncer de cuello uterino dependerá, entre otras cosas, del tipo de tumor, de la fase en la que haya sido diagnosticado y de la edad de la paciente. 

Según el caso, se podrá recurrir a la extirpación quirúrgica del tejido lesionado; del cuello del útero y la parte superior de la vagina, pero no el útero (traquelectomía), o del cuello del útero y el útero (histerectomía simple o radical). Tras la cirugía se puede administrar quimioterapia o radioterapia. 

En todo caso será el especialista quien considere estas y otras alternativas terapéuticas tras estudiar cada caso.