Efectos del agotamiento postparto

El agotamiento postnatal o postparto en la mujer reúne todos aquellos efectos colaterales que comporta el embarazo, el parto, el puerperio, la lactancia y la recuperación física y hormonal, junto con el cambio de vida que implica la llegada de un bebé a la familia. Es muy diferente de la depresión tras el parto.

Agotamiento postparto y depresión postparto

Las causas que diferencian ambos estados están relacionadas con los cambios físicos en el embarazo, el parto y la lactancia. También influyen las consecuencias emocionales que conlleva el cambio de escenario tras la maternidad, como cierta sensación de aislamiento social y una relativa soledad por la interrupción de la vida profesional y los cambios en la esfera de la pareja. La modificación del ritmo del sueño y la disminución de las horas de descanso se traducen en mayor irritabilidad, sensibilidad a la luz y al sonido y cansancio generalizado.
Además, aparece la fragilidad emocional y el estrés postraumático tras superar un cierto miedo ante el parto y la sobrecarga de responsabilidad del cuidado de un recién nacido.

Con todo, no a todas las mujeres les afecta por igual el agotamiento postnatal. De hecho, el ambiente endocrino de cada mujer puede presentar discretas diferencias, que se manifiestan en mayor o menor grado en función del estado nutricional durante el embarazo, del entorno familiar de cada mujer o pareja e incluso de la economía de la familia. En definitiva, todo aquello que permita un mejor soporte y acompañamiento de la mujer en tal circunstancia.

Cambios hormonales

En cualquier caso, en los meses sucesivos al parto ocurren cambios hormonales con un indudable impacto sobre la mujer:

  • La reducción de estrógenos y progesterona, que se mantuvieron altos durante todo el embarazo.
  • El incremento de la prolactina en sangre para dar lugar a la lactancia, lo que inhibe la ovulación.
  • El sangrado
  • La pérdida de elasticidad en la piel, la sequedad y caída del cabello y la fragilidad en las uñas.
  • Cambios en el cuerpo, especialmente en la lactancia, y todavía más si el parto ha sido con cesárea o intervenido, o si hubiera que afrontar recuperación de hemorroides, cicatrización de una eventual episiotomía o de desgarros perineales.

Recuperación postparto

Pero, tarde o temprano, el organismo vuelve al punto de partida. Se estima que el cuerpo tarda entre nueve meses y un año en recuperarse. Los cambios físicos del embarazo requieren su tiempo, sobre todo en función del tipo de parto, que supone también un factor determinante: no es lo mismo un parto por cesárea, que supone no sólo una cicatrización externa sino también interna, que un parto instrumentado con fórceps. La recuperación también es variable si ha habido episiotomía, eventual desgarro perineal, presencia o no de hemorroides o dificultades en la micción. Sin olvidar la lactancia, que también imprime cambios en las mamas e inhibe la recuperación del ciclo menstrual.

Otros síntomas del agotamiento postparto

Además de estos síntomas, el agotamiento postnatal también tiene notorias consecuencias porque, si no se entiende que todas estas situaciones forman parte de la adaptación del cuerpo a un nuevo escenario, la mujer puede sentirse incomprendida, sola, con sentimiento de aislamiento social y pérdida de identidad y muy cansada. El resumen de cómo se puede percibir a sí misma es categórico: gorda, sola, cansada y desbordada.

Normalizar el proceso del postparto

Para minimizar el impacto del agotamiento, la nueva madre debería normalizar las sensaciones como parte del proceso del postparto, instaurar una alimentación equilibrada y variada (con cinco comidas diarias ricas en verduras y frutas, para recuperar las vitaminas y minerales, con cereales integrales, más pescado que carne, y tratando de evitar en los posible los azúcares, los picantes, las grasas saturadas y el café), descansar cuando el bebé duerma, para recuperar las malas noches y el sueño interrumpido, apoyarse en la pareja y familiares para darse tiempos de descanso y apoyo en las tareas domésticas, para disfrutar del bebé en lugar de sufrirlo, dedicar algo de tiempo al cuidado personal, tanto físico como intelectual, y recuperar a la mujer que ha quedado un poco aparcada al servicio de la maternidad.