Heterocromía ojos

La heterocromía se presenta cuando hay una diferencia de color entre los dos ojos. Tiene su origen en unas células llamadas melanocitos, que producen un pigmento denominado melanina (el mismo que es responsable del bronceado cutáneo). Si este pigmento se deposita de forma diferente en ambos ojos da lugar a que se produzcan tonalidades distintas, que se pueden apreciar a simple vista, entre los dos iris, esto es, la zona ocular que muestra el color de los ojos.

Heterocromía iridis 

Aunque la heterocromía iridis (la que afecta a los ojos) es la más frecuente, esta alteración de la melanina también puede producirse en la piel, observándose áreas de diferente tonalidad, y en el cabello, con los típicos mechones de pelo de otro color. Curiosamente, la heterocromía iridis es relativamente rara en el ser humano, siendo más frecuente en determinadas razas animales, como los gatos y los perros. A grandes rasgos, esta afección ocular se puede clasificar en tres grupos:

  • Completa: Cuando el color diferente del iris afecta a todo el ojo.
  • Parcial: Cuando el tono de color diferente solo afecta a un área del ojo pero no a todo el iris.
  • Central: El color diferente de uno de los ojos se limita a un área en anillo en la región interna del iris que bordea a la pupila, siendo el resto del iris del mismo color del otro ojo.

Heterocromía Causas 

En cuanto a las causas de la heterocromía, ésta suele ser congénita (de nacimiento), y viene determinada por unos genes concretos. En este sentido hay que tener en cuenta que, en el caso de los recién nacidos, la pigmentación definitiva del ojo no se alcanza hasta que tienen aproximadamente los 6 meses, de forma que si se aprecia en un bebé una tonalidad distinta en ambos ojos, no se puede hablar de una heterocromía como tal hasta pasado este tiempo.

Por lo general, las formas congénitas no tienen ninguna causa concreta y se tratan solo de una cuestión estética. Sin embargo, en determinadas ocasiones, estas heterocromías pueden estar producidas por enfermedades y síndromes raros o muy raros, de ahí la importancia de acudir al oftalmólogo para que sea él quién evalúe el problema y descarte las patologías (todas ellas poco frecuentes) que pueden estar detrás de él:

  • Síndrome de Horner.
  • Enfermedad de von Recklinghausen.
  • Síndrome de Sturge Weber.
  • Enfermedad de Bourneville.
  • Síndrome de Parry-Romberg.

Por otro lado, hay determinadas heterocromías que pueden aparecer en el adulto (se denominan adquiridas) y que están producidas por un amplio abanico de causas. Algunas de ellas pueden llegar a ser serias y necesitar tratamiento, e incluso en ocasiones atención urgente, de ahí que siempre haya que consultar al especialista para que las valore. Muchas heterocromías tienen su origen en traumatismos en el ojo, golpes con hemorragias o hemorragias en el ojo sin traumatismos; intervenciones quirúrgicas sobre el globo ocular, o partículas que impactan en el ojo y que, si son metálicas por ejemplo, pueden ocasionar un cambio de color a su alrededor.

Asimismo, existe un tipo de heterocromías adquiridas que, debido a la causa que las produce, revisten a priori mayor gravedad. Es el caso de las uveitis o iritis, que son inflamaciones del interior del ojo; el Síndrome de Horner adquirido, que puede tener graves patologías detrás; tumores del iris (tanto los benignos, que son los más frecuentes, como los malignos); o la oclusión de la vena central de la retina. Además, hay algunas enfermedades que pueden dar lugar a esta afección ocular:

  • Diabetes, debido a las hemorragias que produce en el interior del ojo.
  • Neurofibromatosis, una enfermedad genética que ocasiona diversos tumores, principalmente en la piel y en los nervios.
  • Glaucoma, tanto por sí mismo (aumenta la presión dentro del ojo) como por los efectos de algunos fármacos para tratarlo.

Aunque no está de más conocer los factores que pueden estar implicados en la heterocromía, afortunadamente en la mayoría de los casos se trata de una alteración de causa meramente genética y, por lo tanto, ni es grave ni requiere tratamiento o control oftalmológico, aunque siempre es conveniente y recomendable la consulta con el especialista.