Grasas o azúcares, ese es el dilema al que nos enfrentamos muchas veces para saber qué engorda menos o si podemos incluir en nuestra dieta esos nutrientes.
Uno de los grandes problemas de las grasas o azúcares es que no están separados, sino que están bien juntos en alimentos como por ejemplo la bollería industrial, la comida procesada, precocinada…
Se trata de las comidas a las que recurrimos cuando tenemos ansiedad, ya que se estimula nuestro centro cerebral de recompensa. Por ejemplo, cuando nos tomamos un dulce con alto contenido en azúcares y grasa nos sentimos mejor y eso es porque se activan una serie de conexiones neuronales del placer.
¿Cómo diferenciar los nutrientes?
Lo primero que tenemos que hacer es diferenciar las grasas de los azúcares
Las grasas
Entre las grasas encontramos las saturadas e insaturadas. Las grasas saturas son las más dañinas, puesto que hace que aumenten los niveles de colesterol, un factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares. La mantequilla, el queso, la leche, las carnes grasas, las comidas procesadas, las patatas fritas, los aceites de palma, de coco… son alimentos ricos en estas grasas.
Entre las grasas perjudiciales hay que incluir a las grasas trans o hidrogenadas. Estas las encontramos en todas las comidas procesadas, porque son imprescindibles para conservar bien los alimentos y con buen aspecto. ¿Cuál es el problema? Que nuestro metabolismo no está programado para procesar esas grasas, con lo cual se van acumulando y hacen que engordemos. Para evitarlas, algo bien sencillo, lee las etiquetas de los productos procesados (patatas fritas, comida precocinada,…) y evita la bollería industrial y la comida “basura”.
Pero no todas las grasas son malas. Las insaturadas, de las que el aceite de oliva es la reina, tienen muchas propiedades saludables y nos ayudan a tener nuestro corazón en buen estado. Además, son fundamentales para el correcto funcionamiento del cerebro. Los beneficios del aceite de oliva se han demostrado en innumerables estudios llevados a cabo con la dieta mediterránea. El aceite de oliva es clave para la salud.
Además del corazón y del cerebro, necesitamos una cantidad de grasa para absorber las vitaminas liposolubles, como son la A, D, E y K.
¿Por qué engordan las grasas?
Por su alto contenido en calorías. Por ejemplo, un gramo de grasa tiene unas 9 calorías, mientras que un gramo de proteínas o hidratos no llega a 4.
El azúcar
Desde hace unos años el azúcar también ha pasado a la lista negra de los alimentos y algunos estudios han comparado su efecto dañino para la salud con el de la sal. Para metabolizar el azúcar el páncreas tiene que secretar insulina.
Si tomamos mucha azúcar, tiene que producir más insulina.
Esa insulina convierte en grasa el azúcar y aumentamos nuestra reserva de grasa, que lamentablemente se localiza en ciertas zonas de nuestro cuerpo.
También hay que tener en cuenta que ante una ingesta elevada de azúcar el páncreas no puede hacer frente a las necesidades y se elevan los niveles de glucosa en sangre. El primer signo de alarma es el síndrome metabólico, que se asocia a sobrepeso y a obesidad.
¿Dónde está el azúcar?
Y es que el azúcar está presente en muchos alimentos, no solo en los dulces. Recuerda que las bebidas carbonatadas tienen un alto contenido en azúcar, al igual que los zumos y las bebidas para deportistas. De hecho, en varias Comunidades Autónomas se ha restringido el uso de máquinas expendedoras de bebidas en los colegios e institutos con el fin de reducir el consumo de azúcar en niños y adolescentes.
Los alimentos ricos en azúcar son más adictivos aún que los ricos en grasa, ya que al comerlos activamos la serotonina, lo que hace que nos sintamos mejor. Pero cuidado, los azúcares, sobre todo los refinados (el que ponemos en las bebidas o en los dulces) no tienen ningún valor nutritivo.