La ‘violencia obstétrica’ suena muy fuerte y es probable que nunca hayas oído hablar sobre ella, pero seguramente al leer este artículo te des cuenta de que la has vivido en primera persona o conoces a alguien que lo ha hecho.

La violencia obstétrica es, en general, el maltrato psicológico, emocional, verbal e incluso en ocasiones físico al que se ven sometidas muchas mujeres antes, durante y después del parto. Algunas de ellas reciben un trato vejatorio y denigrante no sólo en el momento de dar a luz, sino también durante su embarazo, por ejemplo, en las exploraciones ginecológicas rutinarias que deben seguir.

De por sí el parto no es un momento fácil para ninguna mujer, especialmente si es su primera experiencia, pero si a esto se le añade la incomprensión, la insensibilidad, la dureza y el maltrato del personal sanitario, que son las personas que la acompañan en ese momento, la experiencia puede pasar de ser un momento único e irrepetible a convertirse en una historia traumática, fruto de lo que tienen que oír y sentir.

Violencia obstétrica OMS

La violencia obstétrica se ha convertido en un problema global que se viene denunciando desde hace ya varios años por diversas organizaciones que han logrado un notable avance en el reconocimiento y aceptación de este concepto.

De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció este problema en 2004, animando a las mujeres a que denuncien la mala praxis.

La violencia obstétrica puede manifestarse de muchas formas, como por ejemplo emocional y psicológica.

Esta violencia no tiene por qué ser un comportamiento claramente agresivo y evidente, sino que puede mostrarse a través pequeños detalles o cuestiones sutiles que en un momento de aturdimiento y enorme emoción, como es el de dar a luz, no se toman en consideración. Sin embargo generan malestar y un recuerdo que no sabemos bien cómo describir.

¿Qué se considera violencia obstétrica?

  • Realizar intervenciones innecesarias y dañinas: parto con episiotomías, parto por cesárea, inducción del parto, rotura de la bolsa.
  • Privar a la madre y al bebé de los primeros momentos juntos después del nacimiento, es decir, del contacto piel con piel.
  • No tener en cuenta las peticiones de la madre, ignorarla o ridiculizarla.
  • Faltar el respeto con malas palabras y comentarios fuera de lugar: insultarle, gritarle, amenazarla o asustarla.
  • No permitir que esté acompañada por la persona que ella escoja.

De todos estos ejemplos, tal vez el de la episiotomía (corte en la zona del perineo) sea el más extendido y se ha llegado a naturalizar de tal manera que muchas mujeres ya asumen que se la terminarán haciendo. En algunos centros hospitalarios suele hacerse de manera sistemática, sobre todo en el primer parto, pero es una práctica innecesaria en la mayoría de los casos, dañina y con consecuencias importantes que afectarán a la calidad de vida de muchas mujeres a partir del parto.

Cómo erradicar la violencia obstétrica

Para erradicar la violencia obstétrica se debe generar una mayor conciencia social y promover la educación del personal sanitario, que en muchas ocasiones no está preparado para atender las labores que realiza.

No todo el mundo está facultado para realizar un trabajo que necesita, no sólo profesionalidad desde el punto de vista sanitario, sino también la formación psicológica adecuada para acompañar a la paciente.

Naturalmente las mujeres que denuncian o se quejan por un trato inadecuado, irrespetuoso y ofensivo son las que pueden marcar una diferencia. No aguantar ni callarse ante una situación que hemos vivido como desagradable y anormal es el primer paso.

 Evolución de la violencia obstétrica

La buena noticia es que en los últimos años han disminuido las tasas de cesáreas y episiotomías en nuestro país, lo que tal vez sea el germen de un cambio positivo que nos lleve a un abordaje del parto natural o parto humanizado y consensuado.