La rosácea es una enfermedad crónica que causa el enrojecimiento del óvalo facial y que afecta sobre todo a mujeres con fototipos 1 y 2. Afecta a unas 45 millones de personas en todo el mundo, así que no estás sola.

Aparece por distintas causas, pero lo normal es que si estás sometida a estrés, cambios de temperatura o te expones mucho al sol, el temido “flushing” puede irrumpir en tu rostro.

Muchas veces se confunde la rosácea con la couperosis, pero no son lo mismo, aunque suelen ir asociadas. La mayoría de las rosáceas provocan un aumento del tamaño de las venas capilares de nuestra dermis, lo que puede provocar la aparición de las arañitas vasculares. En el caso de rosácea, además de las arañitas, también detectarás un enrojecimiento difuso de la piel, como si estuviera inflamada. Las áreas donde aparece con más frecuencia son las mejillas, la nariz y la frente. Su origen puede estar en factores genéticos de ciertas enzimas de la piel, una infección bacteriana del intestino o como resulta de algunos tratamientos médicos.

La rosácea suele ir asociada a otras manifestaciones cutáneas. Algunas de ellas están ligadas a la misma rosácea (irritación, deshidratación, sensación de picor, piel irregular, acné…). Otras, pueden aparecer como consecuencia de otras alteraciones cutáneas como dermatitis seborreica, léntigos, melasma…Además, cada uno de esos síntomas tendrá su propio tratamiento.

Orientador tratamientos de estética

La alimentación es muy importante a la hora de mejorar el estado de la rosácea. En nuestra dieta son necesarios los alimentos de antiinflamatorio, antioxidante, detoxificante, drenante y vasoprotector. Sin embargo hay que evitar en la medida de lo posible, el picante, el alcohol, los azúcares refinados, las harinas industriales y las bebidas carbo-gaseosas.

Los must-have de tu frigorífico:

  • Vegetales y hortalizas: espárragos verdes, brécol, alcachofas, rábano, zanahoria, patata, berenjena, calabacín, calabaza, achicoria, cebolla, ajo, puerro, canónigos, hinojo, algas y garbanzos sin piel.
  • Frutas: pomelo, naranja, kiwi, piña, papaya, pera, granada, fresas, moras, frambuesas y aguacate.
  • Semillas y frutos secos: nueces, pipas de calabaza, trigo sarraceno, almendras.
  • Hierbas aromáticas y especies: cúrcuma, mejorana, melisa, hierba luisa, tomillo, romero, espliego y perejil.
  • Pescados salvajes, carnes ecológicas y huevos ricos en Omega 3.
  • Agua natural: al menos 2 litros al día.

Nutricosmética, tu aliado para controlar la rosácea

Para mejorar la rosácea nosotros te recomendamos utilizar nutricosmética, que te ayudarán a regular la posible existencia de inflamación intestinal, detoxificando el organismo (principalmente el hígado), drenando e hidratando en profundidad el organismo. Para ello Clínica Londres se apoya en dietas detoxicantes e antiinflamatorias, que combina con nutricosmética Bodhi

¿Cómo combatir los efectos de la rosácea?

Nosotros recomendamos los tratamientos de luz pulsada Ellipse

Con Ellipse pueden eliminarse fácilmente los capilares y las rojeces mediante flashes de luz doblemente filtrada, de forma segura, efectiva y duradera. La luz se absorbe por la hemoglobina y se convierte en calor, el cual destruye la pared del vaso. Como resultado, las rojeces desaparecen gradualmente tras el tratamiento. Además, la penetración de la luz estimula la producción de colágeno, mejora la textura de la piel, reduce el tamaño del poro e incrementa la luminosidad, igualando el tono. Es eficaz en manchas de vino de oporto, couperosis, hemangiomas, rosácea o puntos de rubí, entre otros.

¿Cuántas sesiones son necesarias?

Son necesarias de 3 a 5 sesiones con Ellipse (5 a 20 minutos según la extensión) para ver resultados significativos, aunque la mayoría de los pacientes refieren esa mejoría desde la primera sesión.

Consejos para antes y después del tratamiento

Evita el sol, los solariums y las cremas bronceadoras, antes y después del tratamiento. Si la piel está bronceada absorberá más luz, haciendo el tratamiento menos efectivo y más doloroso. Se recomienda utilizar cremas de protección solar (mínimo SPF 50), durante las semanas previas y posteriores al tratamiento, así como evitar fármacos que produzcan la vasoconstricción unas horas antes del tratamiento. Tras cada sesión se recomienda aplicar frío y utilizar una crema calmante, prescrita por uno de nuestros especialistas.