¿Qué es el cáncer de próstata?
La próstata es una glándula que se encuentra debajo de la vejiga, en la parte anterior del recto, y es la encargada de producir el fluido seminal que protege los espermatozoides.
El cáncer de próstata se produce cuando algunas células mutan y comienzan a multiplicarse descontroladamente. Si se propagan desde la próstata a otras partes del cuerpo, como los huesos y los ganglios linfáticos, pueden producir lo que se conoce como metástasis. El 95 por ciento de los casos de cáncer de próstata son adenocarcinomas, es decir, carcinomas en las células glandulares.
Causas del cáncer de próstata
Entre los factores que pueden elevar el riesgo de desarrollar el cáncer de próstata están la edad, la genética (antecedentes familiares) y factores ambientales.
Signos y síntomas del cáncer de próstata
Los síntomas que tiene el cáncer de próstata pueden tardar bastante tiempo, incluso años, en manifestarse, porque este tipo de tumor evoluciona muy lentamente y suele ser asintomático en su fase inicial.
Cuando ya está más avanzado pueden aparecer síntomas como hinchazón y debilidad en las piernas, dolor en la parte inferior de la espalda, los muslos o las caderas, dificultad para orinar o para detener el flujo de la orina, sensación de ardor al miccionar o necesidad de levantarse a menudo por las noches para hacerlo.
También puede causar insuficiencia renal, pérdida de apetito y, en consecuencia, de peso.
Pruebas diagnósticas: ¿cómo detectar el cáncer de próstata?
El cáncer de próstata se puede tratar de manera eficaz gracias a un diagnóstico precoz y por ello se recomienda una visita anual al urólogo a partir de los 50 años, sobre todo si existen antecedentes familiares.
Esta enfermedad se puede detectar mediante un tacto rectal y un análisis de sangre en el que se determinan los niveles del antígeno prostático específico (PSA), un parámetro que cuando está alterado indica que hay un problema en la próstata.
Pero tener una alteración en los niveles de PSA no siempre significa que hay un tumor, sino que puede deberse a otros trastornos. El médico determinará si hay sospechas de un cáncer y qué pruebas complementarias hay que realizar para confirmarlo.
PSA: valores altos y cáncer de próstata
El PSA es el antígeno prostático específico. Es un marcador específico de la próstata y que indica que hay enfermedad en la próstata. A veces simplemente el hecho de cumplir años, de hacerse mayor, hace que el PSA se eleve, pero generalmente indica o que hay una hiperplasia prostática benigna, son elevaciones pequeñas del PSA.
Cuando las elevaciones son un poco más grandes aporta una pista de que hay un cáncer de próstata en ese hombre. En estos casos hay que afinar el diagnóstico, se debe aclarar si esa elevación del PSA obedece a un cáncer de próstata o a patología benigna. ¿Cómo se hace? Hay varios métodos: el tacto rectal es básico porque ayuda a identificar de una forma física, si hay un área sospechosa en la próstata.
Hoy en día se utiliza la resonancia magnética multiparamétrica, la cual es una técnica de imagen especial que detecta áreas específicas dentro de la próstata y que son susceptibles de ser biopsiadas. Las biopsiamos con otra técnica, también específica, que se llama la biopsia de fusión y que nos permite dirigir la biopsia exactamente a la zona sospechosa y no hacer una biopsia aleatoria de toda la próstata.
Tratamiento del cáncer de próstata
El tratamiento que tiene el cáncer de próstata depende de varios factores, como la fase de la enfermedad, la edad y el estado de salud del paciente.
Habitualmente se recurre a la cirugía para extraer el tumor o la totalidad de la próstata. La cirugía robótica, como la que se realiza con la plataforma Da Vinci, permite hacer esta intervención de manera mucho más precisa, segura y sin secuelas, en comparación con la cirugía convencional.
En muchos casos cuando la edad del paciente es avanzada y no presenta síntomas se hace un seguimiento minucioso, que consiste en programar controles periódicos para vigilar la progresión de la enfermedad sin someterlo a ninguna terapia.
Incontinencia tras el cáncer de próstata
El tratamiento más empleado para el cáncer de próstata es la prostatectomía radical. Esta se utiliza cuando el cáncer de próstata está localizado en la próstata y no está extendido en otras partes del organismo. En esta intervención se extirpa la próstata y las vesículas seminales, intentando no dañar las estructuras que intervienen en el mecanismo de la continencia de la orina y en el mecanismo de la función sexual, de la función eréctil.
A pesar de todo, en muchas ocasiones esta incontinencia urinaria aparece y hay que manejarla de alguna manera. Fundamentalmente, el especialista se guía a la hora de establecer el tratamiento más apropiado, por el número de compresas o el número de pañales que se moja. Por ejemplo, si el individuo tiene una incontinencia leve, es decir, si con una compresa al día tiene suficiente, muchas veces lo único que hacemos es recomendarle los ejercicios del suelo pélvico (ejercicios de Kegel), y que a menudo fortalecen lo suficiente el suelo pélvico como para evitar la incontinencia urinaria.
Cuando la incontinencia es más severa y se necesitan 2 o 3 compresas al día, recurrimos a la cirugía. En estos casos, los que son 2 o 3 compresas, generalmente se recurre a técnicas de sling o cabestrillo. Se coloca una malla de incontinencia, muy parecida a la que se coloca en las mujeres cuando tienen incontinencia de esfuerzo.
Cuando la incontinencia es más severa y ya no hay un mecanismo de retención suficiente y la orina no es capaz de quedar almacenada dentro de la vejiga, lo que hacemos es utilizar un esfínter urinario artificial. En este caso es una especie de prótesis, un dispositivo, que implantamos quirúrgicamente en este paciente. Por tanto, la incontinencia urinaria, que es común después de la prostatectomía muy radical, se puede manejar de una manera muy eficaz con diversas técnicas quirúrgicas.