Los primeros síntomas del glaucoma aparecen por el aumento de la presión ocular que daña el nervio óptico.

Este aumento de presión se produce cuando el ojo no es capaz de drenar bien el humor acuoso porque aparecen problemas en el llamado ángulo iridocorneal, que es donde se lleva a cabo esta función.

Tipos de glaucoma

Los dos tipos más comunes de glaucoma se diferencian en función de este ángulo:

Glaucoma de ángulo abierto

El problema principal del glaucoma de ángulo abierto es que no da síntomas. Normalmente, cuando se diagnostica ya es demasiado tarde y hay una pérdida considerable de la visión que no se puede recuperar. Ante esto, la única solución para detectarlo a tiempo es hacerse revisiones periódicas, para que ante la más mínima sospecha, nuestro oftalmólogo ponga las medidas adecuadas, y la lesión no vaya a más.

Glaucoma de ángulo cerrado o ángulo estrecho: El glaucoma de ángulo cerrado sí que tiene ciertos síntomas que pueden alertar de su presencia. Los más comunes son:

  • Fuerte dolor en los ojos.
  • Náuseas.
  • Vómitos.
  • Fotofobia (molestia excesiva a la luz).
  • Visión borrosa.
  • Halos y destellos cuando vemos luces.
  • Enrojecimiento de los ojos.

Cómo prevenir el glaucoma

En ocasiones, los síntomas del glaucoma pueden pasar desapercibidos o  ser confundidos con otra patología, por eso, la mejor forma de detectar pronto el glaucoma o saber si se es propenso a padecerlo, es conveniente hacerse revisiones oftalmológicas de manera periódica, sobre todo si el paciente cuenta con familiares directos que padezcan este problema.

Se trata de revisiones en las que nuestro oftalmólogo medirá la presión ocular, y valorará el estado de nuestro nervio óptico. En función de cómo estén estos dos parámetros, se realizan otras pruebas para confirmar el diagnóstico del glaucoma.

No olvides que un diagnóstico precoz puede evitar problemas futuros e irreversibles.