Las lentes que se emplean en oftalmología son finas formaciones transparentes compuestas de distintos materiales que se sitúan en una montura (caso de las gafas) o se colocan sobre la capa lagrimal que cubre la córnea (en las lentillas), con el objetivo de corregir los principales problemas de visión: miopía, hipermetropía, astigmatismo e incluso presbicia o vista cansada.
El objetivo de las lentes ópticas es hacer que la luz se refracte para formar una imagen en el lugar adecuado, proporcionando así una visión nítida. Fundamentalmente hay dos tipos de lentes convergentes y divergentes, según los efectos que tienen sobre la luz y el tipo de imágenes que forman, lo que a su vez depende del índice de refracción del material del que están hechas y de la curvatura de las lentes.
¿Cuáles son las lentes convergentes?
Se trata de aquellas cuyo espesor va disminuyendo del centro hacia los bordes (son más gruesas en la parte central), de forma que cuando los rayos de luz procedentes de los objetos pasan a través de ellas, estos se unen de forma paralela, es decir, convergen, en un único punto o eje principal. Así, las lentes convergentes enfocan los rayos de luz para producir una imagen real de los objetos (para entendernos, estas imágenes se podrían reproducir tal cual en una pantalla), invertida y de menor tamaño que los objetos. La distancia focal es la que se establece entre el centro de la lente y la imagen creada. Las lentes convergentes se miden y gradúan en dioptrías positivas, por lo que también se denominan lentes positivas.
En cuanto a las lentes divergentes, su composición es justo la contraria de las convergentes; tienen un mayor grosor en los bordes, el cual va disminuyendo progresivamente hacia el centro y, como consecuencia de ello, su efecto sobre la luz es también distinto: en vez de hacerlo uniéndose paralelamente, como hacen en las convergentes, los rayos reflectados se separan al atravesar la lente (divergen), dando lugar a una imagen virtual (no se podría reproducir en una pantalla) y de menor tamaño que los objetos. En este caso, la distancia focal es la que va desde el centro de la lente hasta esa imagen virtual y en ellas, la graduación se hace en dioptrías negativas.
Hay distintos tipos de lentes convergentes y divergentes.
Estos son algunos ejemplos: en el caso de las lentes convergentes, existen fundamentalmente tres tipos:
- Lentes bi-convexas: aquellas que tienen dos superficies convexas (curvas hacia fuera).
- Lentes planoconvexas: Tienen una cara plana y otra convexa.
- Lentes cóncavoconvexas: Poseen una superficie ligeramente cóncava y otra convexa. También se conocen como “menisco convergente”.
En cuanto a las lentes divergentes, también se pueden diferenciar tres tipos:
- Lentes bi-cóncavas: Tienen ambas superficies cóncavas (es decir, las dos caras curvas hacia dentro).
- Lentes planocóncavas: Una de sus caras es plana y la otra cóncava.
- Lentes convexocóncavas (o menisco divergente): Tienen una superficie ligeramente convexa y otra cóncava.
Respecto al tipo de problemas oculares que pueden ser resueltos mediante el empleo de lentes convergentes y divergentes está bastante definido en qué casos son efectivas unas y otras.
Así, las lentes convergentes están especialmente indicadas para tratar la hipermetropía, un defecto ocular que se produce cuándo la imagen se forma detrás de la retina (y no delante, como es lo normal) debido a que los globos oculares de estas personas son más cortos que los de las que tienen una visión normal. Como consecuencia de ello, los hipermétropes ven con claridad de lejos pero tienen dificultad cuando se trata de objetos que están a distancias cortas, pues los ven borrosos. Las lentes convergentes corrigen este defecto.
Este tipo de lentes son también las más adecuadas cuando se trata de aliviar los síntomas de la presbicia o vista cansada, un defecto visual asociado a la edad y que se caracteriza por la incapacidad de enfocar correctamente los objetos cercanos. Las lentes convergentes se emplean también en algunos casos de astigmatismo.
En cuanto a las lentes divergentes, el problema ocular para el que están recomendadas es la miopía. Las personas que lo padecen tienen dificultad para ver los objetos a distancia (de lejos), debido a que sus globos oculares son demasiado largos o a que su córnea tiene una curva mayor de lo normal. Las lentes divergentes solucionan este problema, permitiendo a estas personas tener una visión nítida de los objetos en la distancia.