El lagrimeo en los ojos tiene su causa en la producción excesiva de lágrimas en uno o ambos ojos. No se trata de una enfermedad, por lo que no hay que preocuparse, y aunque puede ser transitorio es un síntoma que puede indicar la presencia de algún trastorno ocular.
La producción de las lágrimas
Para que el ojo esté sano es importante que esté bien lubricado y por ello cuenta con una glándula que se encarga de producir las lágrimas, que son esenciales para mantener la superficie del globo ocular húmeda. Además, ayudan a eliminar partículas y cuerpos extraños presentes en el ojo, y a protegerlo de infecciones y de agentes externos.
Vista cansada
El lagrimeo en los ojos también ocurre a menudo cuando tenemos la vista cansada o sueño, cuando reímos o bostezamos. Una de las principales para identificar el lagrimeo es verificar si los ojos están demasiado secos, pues es una de las causas más comunes del exceso de lágrimas. Esa sequedad hace que sintamos ciertas molestias oculares que estimulan al organismo a producir más cantidad de lágrimas de lo habitual.
Causas del lagrimeo en los ojos
Entre las principales causas del lagrimeo se encuentran las siguientes:
- Abrasión de la córnea.
- Alergias.
- Conjuntivitis.
- Infección ocular.
- Laceración de la córnea.
- Obstrucción del conducto lagrimal.
- Ojo seco (lagrimeo reflejo producido en respuesta a la sequedad de la superficie ocular).
- Alteraciones palpebrales.
- Traumatismos y golpes.
- Úlceras en la córnea.
Tratamiento del lagrimeo en los ojos
En la mayoría de casos el lagrimeo en los ojos se puede aliviar, por lo que es importante acudir al oftalmólogo ante los primeros síntomas. El especialista valorará la causa y cómo se puede reducir o mejorar el lagrimeo.
Para prevenirlo también se recomienda una buena higiene ocular, especialmente si se usan lentillas, y proteger los ojos con gafas de sol o protectoras (homologadas) en las circunstancias que lo precisen.
También es importante no abusar de las pantallas de ordenador ni de otros dispositivos con pantalla digital durante mucho tiempo seguido (es recomendable hacer descansos) para evitar que los ojos se irriten, inflamen, sufran una infección o algún otro problema ocular. Y por último, no hay que olvidar visitar al oftalmólogo de manera regular para que controle nuestra salud ocular, sobre todo si ya tenemos más de 45 años.