¿Qué es la duodenitis?
La duodenitis es la inflamación del duodeno o parte superior del intestino delgado (la más cercana al estómago). Si la inflamación afecta también al estómago, es lo que se conoce como gastroduodenitis.
Tipos de duodenitis
Duodenitis aguda
La duodenitis es aguda si se producen episodios intensos pero que duran poco tiempo.
Duodenitis crónica
Se considera crónica si persiste durante meses e incluso años. Si solo hay inflamación leve, no entraña importancia. Sin embargo, si es erosiva, pueden formarse úlceras con riesgo de complicaciones como la perforación o la hemorragia digestiva.
Las causas de la Duodenitis
Se origina por cualquier factor que aumente la secreción del ácido en el estómago, y afecte a los mecanismos de protección del duodeno, haciendo que se irrite y/o se ulcere la pared del duodeno.
Las causas más comunes son:
- Infección por pylori(Helicobacter pylori). Es un tipo de bacteria que se asocia comúnmente gastritis.
- Uso excesivo de AINE (medicamentos antiinflamatorios no esteroideos) como aspirina, ibuprofeno y naproxeno.
Factores de riesgo de padecer duodenitis
Los factores que aumentan el riesgo de padecer duodenitis son:
- El abuso de alcohol.
- La enfermedad de Crohn (enfermedad inflamatoria intestinal que afecta a cualquier parte del intestino).
- Haber recibido tratamiento con radioterapia.
- Sufrir de estrés, fumar, etc
Complicaciones de la duodenitis
En los casos más graves las complicaciones incluyen úlceras en el estómago o en el duodeno.
Éstas pueden provocar hemorragias con pérdida más o menos abundante de sangre. Cuando esto sucede las heces adoptan un color negro o rojo muy oscuro y la persona puede sufrir sensación de mareo e incluso desmayos.
Si la hemorragia es crónica, disminuye el contenido de hierro en la sangre produciendo lo que se conoce como anemia ferropénica. Los síntomas se desarrollan de forma más paulatina que en las hemorragias agudas y a menudo pasan desapercibidos. En estos casos la anemia se descubre en un análisis rutinario.
Si las úlceras se complican perforando la pared duodenal, la sangre, el alimento parcialmente digerido y el ácido del estómago podrían entrar en la cavidad abdominal.
Si esto sucede puede aparecer dolor abdominal severo y o vómitos. En este caso acude al médico de inmediato ya que es posible que requieras hospitalización o atención de emergencia.
Otra complicación grave de la duodenitis es la cicatrización del píloro (salida del estómago al duodeno). La cicatrización de esta válvula produce el estrechamiento la zona y dificulta la salida de los alimentos digeridos por el estómago hacia el intestino para su absorción. La consecuencia de este suceso son digestiones lentas y pesadas y vómitos frecuentes.
Síntomas Duodenitis o Duodenitis Erosiva
¿Cuáles son los principales síntomas de la duodenitis?
Los síntomas más habituales son:
- Dolor abdominal
- Ardores
- Hinchazón abdominal
- Gases
- Pérdida de apetito
- Náuseas con o sin vómitos
Diagnóstico de la duodenitis
El diagnóstico se realiza mediante endoscopia digestiva y se complementa con análisis de sangre.
Tratamiento de duodenitis o duodenitis erosiva
Los síntomas pueden desaparecer sin medicación. Si se agravan o persisten será necesario aplicar un tratamiento.
En general, el objetivo de estos tratamientos es disminuir los ácidos del estómago (con fármacos llamados inhibidores de la bomba de protones o bloqueadores de histamina) y/o tratar la infección por Helicobacter pylori con antibióticos, en caso de que la haya.
En el caso de los antibióticos es especialmente importante seguir la pauta tal cual te indique tu médico. La interrupción antes de tiempo se asocia con reinfecciones o recaídas. El tratamiento antibiótico actual suele durar 10 días.
Prevenir la duodenitis
Para prevenir o evitar los episodios agudos es importante eliminar la causa que produce la duodenitis y reducir al mínimo los factores de riesgo con los antiinflamatorios no esteroideos (AINE)
La dieta es un factor clave. Se deben evitar las comidas copiosas, los alimentos que aumenten la secreción de ácidos del estómago: fritos, salsas y condimentos como la pimienta y el picante; café, té, bebidas de cola, chocolate, bollería, carnes rojas.
Los alimentos más beneficiosos para esta patología son los alimentos bajos en grasas, las carnes magras (preferiblemente pollo o pavo), los pescados blancos, los huevos, los caldos desgrasados, el agua y las infusiones (excepto el té). Cocina los alimentos a la plancha, hervidos, al vapor o al horno.
Te recomendamos no realizar ejercicio intenso justo después de comer, y en el caso de la cena, mejor cenar temprano y dejar pasar 2 o 3 horas antes de acostarse. Además, no olvides controlar el estrés y evitar el alcohol y el tabaco.