Síndrome o esófago de Barrett
El síndrome de Barrett, también conocido como esófago de Barrett, es una dolencia en la que la mucosa que lo recubre se daña por la acción crónica y continuada de los ácidos del estómago a lo largo de los años.
¿Cuál es la función de esófago?
Cuando comes, el alimento pasa desde la garganta al estómago a través del esófago. Un anillo de fibras musculares o esfínter en la parte inferior del esófago impide que el contenido del estómago refluya hacia atrás.
Si este anillo no se cierra bien, los ácidos gástricos regresan al esófago. Este retroceso es lo que se conoce como reflujo gastroesofágico, y cuando se produce con frecuencia y de forma intensa, puede afectar de tal manera a la mucosa que provoque el síndrome de Barrett.
Posibles causas
Las personas más propensas son varones de más de 50 años, con obesidad o sobrepeso, que sufren reflujo gastroesofágico habitual. Entre el 10% y el 15%1 de las personas con reflujo tienen posibilidades de padecer este síndrome.
Además, el consumo de alcohol y tabaco también aumentan el riesgo.
¿Cuáles son los síntomas?
Los cambios en las paredes del esófago, característicos del síndrome de Barrett, no tienen síntomas específicos. En general, los síntomas se deben al reflujo gastroesofágico e incluyen ardores, dificultad para comer y regurgitación del contenido gástrico. Estos son comunes a los que se presentan en caso de esofagitis o enfermedad por reflujo gastroesofágico propiamente dicha. Si estas manifestaciones aparecen con frecuencia consulta a tu médico.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico se realiza mediante una endoscopia. Esta prueba permite ver el interior del conducto esofágico y valorar la gravedad de las lesiones de la mucosa. Además, si fuese necesario, se realizaría una biopsia para conseguir una muestra de tejido y confirmar o descartar el síndrome de Barrett.
Tratamiento y control de la enfermedad
La primera recomendación es un cambio en tu estilo de vida. Mantén una alimentación sana y equilibrada, pierde peso si es necesario, no fumes, no bebas alcohol y evita cenar justo antes de acostarte. Además, es conveniente que duermas con la cabeza ligeramente elevada para dificultar que los ácidos retrocedan.
Si con estas medidas no consigues una mejoría, existen distintos fármacos para aliviar esta dolencia. Los tratamientos más habituales son los que reducen la cantidad de ácido que produce el estómago. Se llaman inhibidores de la bomba de protones y uno de los más conocidos es el omeprazol. Otra opción podría ser la cirugía para contraer el esfínter que frena el paso de contenido gástrico hacia el esófago.
En la mayoría de los casos, se lleva a cabo una prueba de seguimiento de la enfermedad cada tres o cinco años para ver la evolución.
En los pacientes que sufren displasia (un grado más elevado de complicación del esófago de Barrett), el seguimiento se debe realizar cada seis o doce meses dado su mayor riesgo de sufrir cáncer de esófago. En estos casos existen alternativas terapéuticas para eliminar las células dañadas, como la erradicación endoscópica por radiofrecuencia. No obstante, estos procedimientos tienen mayores riesgos y deben ser evaluados dependiendo de la situación.
En pacientes con displasia grave existe la posibilidad de recurrir a tratamientos más invasivos, como la eliminación directa de la parte afectada o esofagectomía. Esta operación puede generar complicaciones muy graves y presenta un posoperatorio complejo. Por ello, este se considera el último recurso en caso de displasia.
Recuerda, si padeces síntomas de reflujo gastroesofágico consulta con tu médico ya que podría ser indicador de otras enfermedades del esófago. Con cambios en los hábitos de vida conseguirás una mejora considerable de los síntomas y prevenir complicaciones a largo plazo.
¿Está relacionado con el cáncer de esófago?
Los daños que provoca el síndrome de Barrett pueden generar lo que se conoce como displasia, es decir, una tendencia al crecimiento anormal del tejido. Aunque la displasia es, en principio, una lesión benigna, si no se trata adecuadamente puede evolucionar hacia un cáncer de esófago. Estudios recientes estiman que los pacientes que sufren esta patología, tienen entre un 0,2% y un 2,9%1 de posibilidades de padecer cáncer de esófago en función de la gravedad de la displasia.