El lipedema es una condición que afecta sobre todo a las mujeres, pero que resulta una gran desconocida para muchas de ellas. Puede provocar dolor e hinchazón en zonas muy concretas del cuerpo y la atención temprana es la mejor forma de garantizar el bienestar de quienes la sufren. Por eso es necesario saber cómo identificar el lipedema y qué soluciones existen actualmente para eliminar o controlar sus síntomas.

¿Qué es el lipedema?

El lipedema es una enfermedad crónica que provoca un acúmulo patológico de grasa en las piernas y que en determinados casos puede hacer que dicha acumulación se dé también en los brazos.

Esta afección se da principalmente a mujeres, y provoca un aumento de volumen en las extremidades inferiores, a menudo desproporcionado con respecto al resto del cuerpo. 

El lipedema puede ser doloroso y producir limitación de la la movilidad y la calidad de vida de quien lo sufre. Puede confundirse con la obesidad o con la celulitis, pero lo cierto es que se trata de una condición diferente que requiere de atención y tratamiento médico especializados.

No existe cura, pero sí distintos tratamientos para el lipedema que ayudan a controlar los síntomas en función del grado de afección que presente cada persona.

Lipedema en las piernas

El lipedema en las piernas se da de forma crónica y progresiva. Esta dolencia se caracteriza por provocar una acumulación anormal de grasa en las extremidades inferiores, lo que provoca hinchazón, dolor agudo y sensación de pesadez y cansancio sin explicación aparente.

Lo normal es que el lipedema en las piernas se presente con una distribución desigual de la grasa, con un tamaño exagerado de los muslos o las caderas con respecto a unos tobillos y unos pies de tamaño mucho más reducido. Las mujeres sufren este tipo de afección más que los hombres, y además puede ser hereditaria. 

Aún no se conoce una cura para el lipedema en las piernas, pero actualmente hay disponibles diferentes opciones de tratamiento con las que paliar sus efectos y ayudar a mejorar los síntomas y la calidad de vida de quienes lo sufren.

Lipedema en los brazos

En ocasiones, además de presentarse en las piernas, las acumulaciones de grasa del lipedema también pueden presentarse en los brazos.

En este caso, lo que se produce es un aumento desproporcionado del volumen de las extremidades superiores de la persona con lipedema en los brazos, lo que puede provocar dolor, hinchazón y reducción de la movilidad.

A pesar de que existen distintos tipos de tratamiento para esta variante de lipedema, en los casos más extremos es posible que haya que recurrir a una solución quirúrgica. Por eso lo más recomendable es acudir a un centro médico de Sanitas en cuanto se detecten los primeros síntomas que puedan apuntar a la presencia del lipedema, ya que el diagnóstico y tratamiento temprano son importantes para prevenir complicaciones a largo plazo.

Síntomas del lipedema

La acumulación de grasa provocada por el lipedema en las extremidades del cuerpo humano puede despistar a la persona que lo sufre, que podría pensar que únicamente sufre de obesidad. Es por esto que hay que tener presentes cuáles son los síntomas del lipedema para obtener la ayuda médica necesaria cuanto antes.

  1. Aumento de grasa desproporcionado y desigual en las piernas o los brazos.
  2. Sensibilidad al tacto en la piel de las zonas afectadas, que además puede resultar dolorosa e incluso puede presentar distintos niveles de inflamación.
  3. Dificultades para moverse con normalidad debido a la gran cantidad de grasa que se acumula en torno a las articulaciones.
  4. Sensación de cansancio y de piernas cansadas sin aparente explicación.
  5. Retención de líquidos tanto en las piernas como en los brazos si estos últimos están afectados por el lipedema.
  6. Modificaciones en la textura de la piel, que puede presentar celulitis o incluso bultos o protuberancias.
  7. Mayor fragilidad de la piel, lo que facilita la aparición de heridas y hematomas a causa de la grasa presente en las extremidades.

¿Cómo identificar el lipedema?

El lipedema se caracteriza porque produce una acumulación anormal de grasa en zonas como las piernas o los brazos, pero esto precisamente es lo que hace que en muchos casos tienda a confundirse con problemas de gestión de peso. Sin embargo, su detección temprana es una de las mejores formas de controlar su sintomatología, por lo que hay que saber cómo identificar este tipo de afección.

Para ello es necesario prestar atención a los síntomas más habituales del lipedema, pero también pedir cita en un centro sanitario de confianza para que un médico pueda elaborar un diagnóstico fiable.

Es posible que para esto último sea necesario realizar pruebas como una resonancia magnética o un ultrasonido, ya que en determinados casos es la única manera de descartar otro tipo de condiciones similares.

Principales causas

Hay distintas causas que pueden dar lugar a la aparición del lipedema en una persona, y estas son las principales:

  • Herencia genética: El lipedema puede ser hereditario, por lo que el hecho de tener antecedentes familiares de este tipo de afección puede explicar el hecho de sufrirla también.
  • Cambios hormonales: Afecciones como la diabetes tipo II, el hipotiroidismo o tener ovarios poliquísticos pueden derivar en la aparición de los depósitos de grasa que dan lugar al lipedema. Además, también es común que el lipedema se presente en momentos determinados de la vida de la mujer relacionados con grandes cambios hormonales, como pueden ser la pubertad, un embarazo o la menopausia.
  • Aumento de peso: Otra de las causas del lipedema puede ser sufrir un aumento de peso acusado.
  • Sedentarismo: No hacer deporte de forma asidua y mantener además una dieta poco saludable termina provocando el aumento de peso que puede terminar derivando en el lipedema.
  • Inflamación: Se piensa que las personas con inflamación crónica son propensas a sufrir de lipedema, ya que dicha situación puede afectar a la distribución de las células de grasa en el cuerpo.

Tratamientos del lipedema

Saber cómo tratar el lipedema es determinante a la hora de proporcionar la mejor calidad de vida posible a las personas que lo sufren.

Tratamientos quirúrgicos

A día de hoy, el tratamiento más efectivo para el lipedema es eliminar las células adiposas alteradas mediante un procedimiento quirúrgico. 

Existen distintos tipos de cirugía de lipedema en función del grado de afectación de cada paciente:

  • Liposucción tumescente: Se aplica un líquido que reduce el sangrado y el dolor durante la operación y después se aspira la grasa cuidadosamente a través de pequeñas incisiones en la zona afectada.
  • Liposucción asistida ultrasonidos (UAL): Al procedimiento tradicional de liposucción se añade el uso de ultrasonidos, una técnica novedosa que licúa la grasa, haciendo que su extracción sea menos traumática y la recuperación más temprana.
  • Liposucción PAL (Power-Assisted Liposuction): Se trata de otra técnica novedosa para la eliminación de grasa, donde las cánulas de liposucción son vibratorias facilitando la cirugía.

Tratamientos no quirúrgicos

En cuanto a los tratamientos no quirúrgicos para el lipedema, resultan menos invasivos y cada vez ofrecen mejores resultados. Además, en la mayoría de ocasiones, se tratan de procedimientos auxiliares que complementan la cirugía del lipedema. 

  • Lipomesoplastia: El equipo médico administra medicación directamente sobre la capa de grasa subcutánea que se quiere eliminar. El procedimiento está guiado por ecografía, lo que significa que se consigue una imagen en tiempo real del interior del cuerpo, y su objetivo es reactivar el metabolismo para quemar el excedente de grasa de forma natural, para lo que debe combinarse con una dieta apropiada.
  • Terapia de compresión: Este tratamiento no quirúrgico implica la utilización de prendas de compresión cuyo objetivo es mejorar la circulación sanguínea para reducir la hinchazón de las zonas afectadas por el lipedema y, a ser posible, también el dolor que provoca este tipo de afección.
  • Drenaje linfático manual: Este masaje terapéutico de movimientos suaves estimula el sistema linfático con el objetivo de reducir la acumulación de líquidos provocada por el lipedema, que tiende a causar inflamación, dolor y otros molestos síntomas.