Cada técnica de reproducción asistida tienen su método de fecundación del óvulo
Las tres técnicas de reproducción asistida (inseminación artificial, fecundación in vitro e inyección intracitoplasmática) utilizan diferentes métodos para lograr la fecundación de los ovocitos.
Inseminación artificial
En el caso de la inseminación artificial es suficiente con depositar el semen de la pareja o del donante, ya sea en la vagina, el cuello cervical, el útero o las trompas de Falopio en el momento en que se produce la ovulación.
FIV e inyección intracitoplasmática
En las otras dos, la fecundación de los óvulos se realiza en el laboratorio una vez que se han extraído los ovocitos maduros mediante una técnica denominada aspiración folicular que implica una cirugía menor que se practica ambulatoriamente.
Guiándose mediante la imagen ecográfica, el especialista introduce una fina aguja a través del ovario y el útero para llegar al ovario y los sacos que contienen los óvulos. Posteriormente la aguja se conecta a un aparato que realiza una succión que permite extraer uno a uno los óvulos. El procedimiento se realiza en ambos ovarios.
Una vez obtenidos los óvulos, éstos se colocan en una placa de laboratorio con una solución que permite su conservación y se estudian para determinar su calidad.
Seleccionar y aislar los óvulos
Cuando la técnica que se utiliza es la de fecundación in vitro (FIV), se seleccionan y aíslan los óvulos de mayor calidad y se colocan los espermatozoides junto a cada uno de ellos. Es lo que se denomina inseminación. La fecundación se produce en un lapso de horas, cuando un espermatozoide consigue traspasar la pared del óvulo y lo fecunda.
Pero no siempre es tan sencillo. Si existe la menor sospecha de que puede haber dificultades para que se produzca la fecundación a causa de una calidad del óvulo que no es óptima, con la ayuda de una aguja y un microscopio se procede a inyectar el espermatozoide en el interior del óvulo. Esta técnica de fecundación es la que se denomina inyección intracitoplasmática (ICSI) y son muchas las clínicas que la utilizan de forma rutinaria, incluso cuando la calidad de los óvulos es buena.
Una vez que se ha producido la fecundación, los embriones así obtenidos se mantienen en una solución de cultivo durante un mínimo de tres días, que en ocasiones se puede prolongar hasta seis, especialmente si debe llevarse a cabo un diagnóstico preimplantacional o, si se da el caso de la existencia de una enfermedad hereditaria.
En este caso, se realiza un estudio genético de los embriones para seleccionar aquellos que no tengan la mutación genética correspondiente (este último procedimiento debe ser previamente autorizado).
Finalmente, los embriones sobrantes se congelan para que puedan ser utilizados en el caso de que la pareja desee tener más hijos o para ser donados para que mujeres estériles puedan lograr un embarazo.